Nunca creí volver a sentir maripositas en el estómago, se decía Paulina cuando comenzó a salir con Jonas, un hombre que conoció en uno de sus tantos viajes altruistas por uno de los países cercanos al de ella...
Jonas se había convertido en el amigo de confianza de Paulina; el, a pesar de haberla conocido hace poco tiempo, sabía que ella era una mujer solitaria y tan llena de cariño y amor hacia los demás, que sin darse cuenta comenzó a llenar su corazón de alegría... Paulina disfrutaba pasar largas horas hablando de música, libros, poesías con Jonas... a el le encantaba escuchar las locuras y ocurrencias de su querida Paulina... A ambos les gustaba darse el tiempo para reirse de sus historias, para llorar de sus tristezas, pasa darse apoyo en las buenas y malas...
Luego de unos meses, Paulina había terminado su misión en aquel país y tenía que regresar al su lugar de residencia, a su querido hogar... pero el problema es que ya no sentía tantas ganas de regresar a aquella casa, al menos no sola... Ella sabía que ahora no se sentía como hacía un tiempo atrás, sabía que no era madre y que no se había casado con nadie porque no había encontrado al hombre indicado; pero en ese momento ella sentía que su búsqueda se había terminado, porque Jonas era el hombre que ella siempre había deseado conocer; el único hombre que sin querer se había ganado su corazón... pero el problema era que no sabía que era lo que Jonas sentía por ella...
Esa noche era la última que Paulina estaría en aquel lugar, así que le pidió a Jonas que saliera con ella por última vez, para perdurar aquel viaje en sus recuerdos para siempre... Jonas pasó por Paulina y le invitó a recorrer las ciudad en su automóvil, aquel automóvil que había servido en varias ocasiones como medio de transporte a altas horas de la madrugada para llevarlos a sus respectivas estancias en aquella ciudad...
Jonas la llevó a cenar en el lugar que ella nunca imaginó, pero que él sabía que nunca olvidaría... En una de sus tantas conversaciones, ella le dijo que le gustaría ir a una playa hermosa, abrir la puerta de un lugar en el que sólo podía llegar ella y alguien más que pudiera entrar con la misma llave especial... él quiso sorprenderla, la llevó a la playa y mandó a poner una puerta, que realmente no llevaba a ningún lugar, pero que sí ocultaba la vista de la luna que iluminaba esa noche la playa.
Justo cuando llegaron, Jonas le dio a Paulina una cinta que llevaba colgada una llave algo extraña, pero que significaba mucho para ella... Paulina algo sorprendida la aceptó y se echó a reir... Luego él la llevó hasta la puerta; ella la abrió y se encontró con una escena muy especial: una mesa dornada con rosas rojas y un camino de velas que llevaban hasta la misma justo donde se apreciaba la luna en su mejor ángulo...
Paulina se puso tan feliz, que se le escaparon las lágrimas de alegría y justo en ese momento Jonas le robó un beso... ese beso era la respuesta que Paulina deseaba que se le dijera... En ese momento Jonas le dijo: Te amo, no se que me pasa, pero creo que he encontrado a la mujer de mi vida y no la quiero dejar ir así como así...
Paulina sorprendida por las palabras de Jonas, le dijo: No me esperaba que me dijeras eso, pero también te amo, tampoco sé cómo ocurrió, pero te amo y no quiero irme sin tí...
Todos los sueños de Paulina comenzaban a tener sentido, todas aquellas ganas que alguna vez tuvo de poder amar y ser correspondida de igual manera, ahora eran parte de su corazón... Solo faltaba determinar quien seguiría a quien, para no separarse nunca...
Paulina nunca había creido en el destino, pero ahora esta parte de su vida le había permitido seguir el camino correcto para encontrar el amor...
Jonas se había convertido en el amigo de confianza de Paulina; el, a pesar de haberla conocido hace poco tiempo, sabía que ella era una mujer solitaria y tan llena de cariño y amor hacia los demás, que sin darse cuenta comenzó a llenar su corazón de alegría... Paulina disfrutaba pasar largas horas hablando de música, libros, poesías con Jonas... a el le encantaba escuchar las locuras y ocurrencias de su querida Paulina... A ambos les gustaba darse el tiempo para reirse de sus historias, para llorar de sus tristezas, pasa darse apoyo en las buenas y malas...
Luego de unos meses, Paulina había terminado su misión en aquel país y tenía que regresar al su lugar de residencia, a su querido hogar... pero el problema es que ya no sentía tantas ganas de regresar a aquella casa, al menos no sola... Ella sabía que ahora no se sentía como hacía un tiempo atrás, sabía que no era madre y que no se había casado con nadie porque no había encontrado al hombre indicado; pero en ese momento ella sentía que su búsqueda se había terminado, porque Jonas era el hombre que ella siempre había deseado conocer; el único hombre que sin querer se había ganado su corazón... pero el problema era que no sabía que era lo que Jonas sentía por ella...
Esa noche era la última que Paulina estaría en aquel lugar, así que le pidió a Jonas que saliera con ella por última vez, para perdurar aquel viaje en sus recuerdos para siempre... Jonas pasó por Paulina y le invitó a recorrer las ciudad en su automóvil, aquel automóvil que había servido en varias ocasiones como medio de transporte a altas horas de la madrugada para llevarlos a sus respectivas estancias en aquella ciudad...
Jonas la llevó a cenar en el lugar que ella nunca imaginó, pero que él sabía que nunca olvidaría... En una de sus tantas conversaciones, ella le dijo que le gustaría ir a una playa hermosa, abrir la puerta de un lugar en el que sólo podía llegar ella y alguien más que pudiera entrar con la misma llave especial... él quiso sorprenderla, la llevó a la playa y mandó a poner una puerta, que realmente no llevaba a ningún lugar, pero que sí ocultaba la vista de la luna que iluminaba esa noche la playa.
Justo cuando llegaron, Jonas le dio a Paulina una cinta que llevaba colgada una llave algo extraña, pero que significaba mucho para ella... Paulina algo sorprendida la aceptó y se echó a reir... Luego él la llevó hasta la puerta; ella la abrió y se encontró con una escena muy especial: una mesa dornada con rosas rojas y un camino de velas que llevaban hasta la misma justo donde se apreciaba la luna en su mejor ángulo...
Paulina se puso tan feliz, que se le escaparon las lágrimas de alegría y justo en ese momento Jonas le robó un beso... ese beso era la respuesta que Paulina deseaba que se le dijera... En ese momento Jonas le dijo: Te amo, no se que me pasa, pero creo que he encontrado a la mujer de mi vida y no la quiero dejar ir así como así...
Paulina sorprendida por las palabras de Jonas, le dijo: No me esperaba que me dijeras eso, pero también te amo, tampoco sé cómo ocurrió, pero te amo y no quiero irme sin tí...
Todos los sueños de Paulina comenzaban a tener sentido, todas aquellas ganas que alguna vez tuvo de poder amar y ser correspondida de igual manera, ahora eran parte de su corazón... Solo faltaba determinar quien seguiría a quien, para no separarse nunca...
Paulina nunca había creido en el destino, pero ahora esta parte de su vida le había permitido seguir el camino correcto para encontrar el amor...
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