En fin, la vida sigue se dijo Paulina para sí misma luego de la vergonzosa relación que mantuvo con un tipo que la llenó de mentiras...
Comenzaron de la nada con las famosas conversaciones durante el día mientras ella solía ir a casa de sus padres en sus días libres. El la hacía sentir especial, ella sentía que tenían tantas cosas en común, gustos, actividades, pasiones... pero jamás imaginó que una simple salida sería el inicio de algo que ella consideró tan especial durante varios meses. Hubo momentos en los que ella daba gracias a la vida, porque al fin tenía a su lado el amor que siempre había imaginado sentir.
Todo los que los veían decían que se miraban muy bien juntos, que sus rostros eran diferentes, parecían llenos de magia; una relación "perfecta" para muchos, al menos eso decían.
Las cosas iban muy bien, por lo que Paulina decidió que era hora que las cosas se tornaran un poco más allá de las anteriores relaciones. Se lo presentó a sus padres y amigos, todo era perfecto. La felicidad tornaba por todos lados, en todo momento.
Pero algo pasó, de pronto la magia desapareció de un día para el otro. El dijo que las cosas ya no podían ser, que todo era culpa de ella, que no había sabido ser la novia ideal para el. Paulina se derrumbó, pidió otra oportunidad para reparar errores y daños; ella lo amaba con toda su alma. El simplemente se negó, terminó todo sin más que decir.
Paulina se reprimió en su tristeza, quería buscar explicaciones. Ella lo amaba, no escuchaba lo que otros le decían: "tiene otra", "no te ha querido nunca", "no vale la pena", "mejor que te haya dejado", "el no es nadie para ti". El le pidió amistad, ella solo aceptó. Paulina pensaba que si dejaba alguna puerta abierta, el amor que el le juraba le haría recapacitar, pero nunca fue así.
Ella trató de consolar su amor en la amistad, pero nunca lo logró. El nunca la quiso, no obstante, Paulina estaba ciega por sus sentimientos. En menos de un mes, Paulina se enteró que el tenía novia y para colmo no por el ni por terceros, sino que de boca de la mismísma mujer.
Fue la gota que derramó el vaso... Hoy era el día que se tenía que cerrar esa puerta, no solo por el bien de Paulina, sino que por su integridad moral, su dignidad.
Paulina recordó las grandiosas palabras de Paulo Coelho: "No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!"
Frases que dan vueltas en mi cabeza, momentos que tendrán que irse al olvido, por el bien de todos los demonios que llevo por dentro; deshacerse de las cosas o personas que nos lastiman, empezar de nuevo, personas que nunca imaginamos que nos engañaban de una manera tan vil, mentiras que solo yo me creí, cometer la estupidez de enamorarme de un esperpento de vida que es tan falso como todos los viejos ex-amores de mi pasado... Hoy si, se tiene que ir de mi vida para siempre, se dijo a si misma.
Hoy el día no tiene luz, llueve profundamente, pero como la canción dice: "Y un día después de la tormenta cuando menos piensas sale el sol"
Hay todavía un par de heridas, un corazón lleno de "curitas", pero es un corazón que ya no se rompe porque ya está roto de tantos problemas y desilusiones...
1 comentarios:
Pobre Paulina. Sin dudas se puede sentir su pesar y su tormento. Pero el mundo está lleno de idiotas que se dedican a romper corazones, es un hecho. Lo bueno, Paulina hallará a alguien mejor y se dará cuenta que quien le haya roto el corazón no merecía la pena.
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